miércoles, 9 de diciembre de 2009

María


Mi bisabuela María se crío en Sevilla, en el cortijo con sus tías ricas.
Su padre era buhonero de aquellos de carreta atestada de bártulos y andaba con su familia por los caminos de aquella España, no me pregunten por qué se dedicaba a esos menesteres cuando sus hermanas solteras tenían una posición muy acomodada, esos datos se obviaban en los relatos de sobremesa.
Así que estoy como ustedes sin ninguna idea concreta, pero con varias suposiciones...

Volvamos a María, arrancada de su seno familiar cuando apenas rozaría los diez años, suficientes por el contrario, para forjarle un carácter libre y soñador.
Le gustaba su vida en la carreta con sus padres y hermanos, le gustaba ver las estrellas antes de dormir, lavarse ... o no, en fin, vivir en libertad.
María en el cortijo se asfixiaba, le molestaban las tenacillas al hacerle los tirabuzones, le picaba el cuello de organdí del vestido nuevo, le sobraban los volantes del vestido, le estiraban las coletas y los lazos...María iba a un colegio de señoritas, de los que enseñaban, a bordar, cómo colocar una mesa, cómo caminar con porte elegante, como hablar con el abanico, como bajar la vista ante un hombre....María penaba por ese mundo sibarita...fueron pasando los años tediosos, monótonos, asistía a bailes de sociedad y conciertos de música clásica; sentada en su butaca del palco, medio a oscuras la música comenzaba, María se escurría en su butaca, se escurría y se escurría hasta que quedaba sentada en el suelo, con la cabeza sobre el asiento, durmiendo a pierna suelta....se aburría.

"Niña, quita esa música 'ratonera' que no la soporto y ponme un ratito a la Piquer" _decía años después_

María se escapaba todas las noches a hurtadillas, a las cuadras para oler a estiércol y a ese olor a animal, respiraba la noche, olisqueaba la hierba fresca, era de las cosas que más le gustaban en el mundo y no esos perfumes traídos 'vete tu a saber de dónde' en los que le obligaban a bañarse sus tías.
Se tumbaba en el suelo en alguna cuadra y miraba las estrellas desde el ventanuco...soñaba, soñaba...... y soñaba.

Vicente, la veía venir a las cuadras todas las noches y la espiaba; María se soltaba el pelo, se aflojaba la camisa de dormir y olía a los animales como si estuviera loca de atar.... 'Esta chiquilla' pensaba él.
Una noche la encontró, como tantas otras, pero esta vez se atrevió a hablarle:
"Señorita, refresca y no debería estar aqui"
"Ay, Vicente, lléveme de paseo con Zafiro, bien sabe usted que las tías no me dejan montar, y quiero ver el río"
Vicente, que hubiera bebido los vientos por Maria, si hiciera falta, consintió.
Ensilló a Zafiro, la ayudó a subir y a colocarse 'como Dios manda' a la grupa del caballo, no a horcajadas como ella prefería, de un salto se colocó él y partieron.

Fue el viento, el río, la noche o Zafiro, pero sellaron aquella noche de junio con un amor para toda su vida.

María acostada en su blanco lecho sabía lo que pasaba lo llevaba sabiendo tres meses, 'aquello' ya se movía.
Nos amamos, les dijo a sus tías...un fardo de ropa de trabajo, comida para una semana, unas monedas y a Zafiro...por supuesto.
La desheredación y el destierro...por descontado.

Iniciaron el camino, largo y seco hasta Extremadura, tierra como su nombre indica, extrema y dura, tierra de conquistadores y hombre bravos; no era así el pobre Vicente, que enfermó en el camino, dos semanas después de dejar el cortijo y murió en la tercera.

Maria llegó a Trujillo en su sexto mes de embarazo, extenuada y sola.
La madre de Vicente no la recibió, no había para alimentar dos bocas más. Le cerró la contrapuerta, antes si cabe, de decirle que Vicente, su hijo, había muerto pero que ella llevaba en su vientre a su futuro nieto.
María marchaba del pueblo cuando se cruzó con un pastor que la miró bien mirada de arriba a abajo, ella le sostuvo la mirada por que no era lasciva ni obscena, sino dulce y amorosa, como fuera una vez la de Vicente.
Así conoció a Isidoro.

Isidoro y María se casaron y bautizaron a Vicentito, el mismo día, Isidoro era primo hermano de Vicente, cosas de la vida...pastor y un buen hombre...

No vengo a decirles que María amara a Isidoro como antes había sucedido con Vicente, pero estuvieron juntos toda la vida, quizás el amor tome formas distintas con las distintas personas y nunca se presenta igual...pero mi bisabuela María me decía, niña tú ama, aunque no esté permitido, pero tú ama; este, y entonces se daba golpes en el pecho, cerca del corazón, que se mueva...
desde la cocina se oía la voz de mi abuela que decía 'madre, no le diga esas cosas a la niña que me la va a volver pajarera'...
pajarera o no....mi bisabuela me enseñó, la clase de amor que mueve el mundo, en ella lo vi...
De mi bisabuela María dicen que tengo los ojos, el arrebato andaluz, la fuerza y la rebeldía....yo no lo sé.
...Más Marías por favor....

1 comentario: