martes, 15 de diciembre de 2009

un cuento...


Una tarde un montañero regresaba de un escalada al pico Surgido, bajaba por las temibles laderas de la cordillera Vital...bien es sabido por todos los amantes del monte que si duro es un ascenso, un descenso puede serlo todavía más.
Llegando exhausto al lago Remanso, advirtió a lo lejos la silueta de una mujer recortada entre las últimas luces del atardecer....visto y no visto, tal que la vio la dejó de ver.

Extrañado el montañero y con su vivaz curiosidad se dio un rodeo por el lado del lago en el que vio a la mujer....y ¡sorpresa! la encontró tumbada en la hierba, desfallecida y desmadejada. Vaya _pensó el montañero_ que mujer tan extraña, mira cómo va vestida, y su cabello todo lleno de flores....deben ser tradiciones populares.
Intentó reanimarla con algo de agua del lago, le acercó un dulce a los labios, pero no hubo respuesta, mantenía los ojos abiertos pero parecía dormida. La noche iba avanzando y con ella el frío en aquel lugar recóndito del País Confusión.

El montañero se paró a pensar, cargar con la mujer iba a ser un duro trabajo hasta el pueblo y dejarla ahí, así desfallecida, no podía.
De pronto y de su más íntimo recuerdo una voz femenina le susurró 'fierabrás.....fierabrás....'
¡Claro! pensó el montañero, el bálsamo, buscaré los ingredientes y lo prepararé para ella.

Toda la noche le llevó al montañero conseguir todos los ingredientes para la elaboración correcta del bálsamo. Cuando regresó al lago, la mujer seguía tendida en la orilla, mientras él preparaba el bálsamo no le quitaba la vista de encima por si ocurría algún cambio en ella, pero nada....hacia la madrugada ya tenía lista la pócima mágica que todos los males cura.
Bien sabía el montañero, por que así se lo había explicado claramente su abuela, que el bálsamo de fierabrás era una receta secreta revelada sólo a los elegidos; en cada lugar del mundo su elaboración era distinta pues dependía de los ingredientes del lugar en cuestión pero siempre daba como resultado la total sanación de aquel que la tomara; mucho cuidado había que tener pues no podía errar en lo más mínimo en su elaboración, un solo fallo, el más insignificante y el bálsamo podía convertirse en el veneno más letal...

Cuando el sol comenzó a brillar por el horizonte, tomó a la mujer entre sus brazos con delicadeza y con sumo cuidado le dio a beber el bálsamo, pensando en silencio: "cierra los ojos....con cuidado, bebe despacio".

Pasaron las horas y no se produjo ningún cambio en la mujer solamente sus ojos se habían cerrado... de esa manera parecía que se había despedido de la vida.

Tarde, he llegado demasiado tarde _se dijo el montañero con lágrimas en los ojos_
O lo que es peor, me he equivocado de ingredientes. Necio, soy un necio por pensar que sabía hacerlo, que podía hacerlo...

Recogió sus bártulos y su pena y se dirigió al pueblo a comunicar a las autoridades la fatal noticia de la mujer fallecida en el lago.
Así, con la tristeza metida en su mochila, volvió a su casa, a su trabajo, a su vida.

Pasado el tiempo, el montañero que no había regresado a la cordillera Vital desde aquel negro día, preparó un ascenso por otra de las laderas de difícil acceso, la ladera de la Verdad.
Con todos los preparativos olvidó lo más importante: la ilusión por subir.
Comenzó el ascenso desmotivado, triste y cabizbajo....tanto así, que al llegar al Alto de la Libertad, no pudo seguir, resbaló y cayó rodando por toda la ladera hasta llegar al lago Remanso donde se topó con un pedrusco que le golpeó la cara y le dejó aturdido y somnoliento.
En uno de los sueños, el montañero vio acercarse a una mujer con flores en el pelo que no caminaba, flotaba por el aire, ligera, etérea....

Cuando despertó de su inconsciencia, ella todavía permanecía sentada a su lado, mirándole con esos ojos de noche infinita y sonriéndole como jamás nadie antes le había sonreído....más que con los labios con su rostro entero.
El montañero la miró extrañado, como si estuviera viendo visiones pero entonces la mujer dijo:

"Cierra los ojos"
Yo confiada los cerré.
"Ahora, bebe"
Y bebí.....podrías haberme matado.....pero sané.

Con aquellas breves palabras, el montañero lo comprendió todo....era ella.

Cuentan las leyendas que aquella mujer fue un hada del lago que salió del agua para ver el mundo sin saber que no podría volver a entrar y que moriría en el exterior.
Dicen que el bálsamo de fierabrás que especialmente para ella creo el montañero le salvó la vida.
Cuentan que caminaron juntos por muchos años. Que ella nunca perdió su sonrisa y él jamás su ilusión...

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