lunes, 9 de noviembre de 2009

la vitrocerámica



_Quisiera cambiar la encimera por una vitrocerámica _dijo_ mientras repartía la sopa en los platos.
En todos los años que llevaban casados, Dora nunca había pedido nada, siempre se conformaba con aquello que tenía, lo primero era Vicente y sus cosas.

Pasados tres días se presentaron dos muchachos a instalarle su vitrocerámica y llevarse la vieja encimera de gas....
Dora la contempló, una vez colocada,tan bonita, tan lisa, tan brillante y perfecta.
Preparó la cena como las cientos de cenas antes preparadas, pero esta vez, era con su vitrocerámica, estaba tan satisfecha.

Cuando terminaba de guisar, le pasaba un paño húmedo en agua caliente para quitarle la grasa, la untaba con el líquido que le habían aconsejado que era el mejor, le pasaba una esponja, con cuidado, con esmero y delicadeza, como hubiera hecho con sus hijos....Ay! sus hijos, aquellos que nunca llegaron...
Después de la esponja, la bayeta mojada, pero muy bien escurrida y por último un papel de cocina...
Entonces brillaba la sonrisa de Dora, reflejada en aquel cristal oscuro.

Voy a tomar el sol un rato, ¿vienes? _ le preguntaba Vicente con su voz templada_
Ahora no puedo, ¿no ves que estoy limpiando mi vitrocerámica?, ve tu _le contestaba Dora_

Voy a tumbarme un rato la siesta, ¿vienes?_ otro día Vicente le volvía a decir_
Pues no, no voy, hay una mancha que se me resiste _decía ella_ Necesito que reluzca.

Voy a leer antes de dormirme, ¿vienes?_ le susurraba al oído, con esa voz a la que nunca antes ella se habría resistido_
Quita, hombre ¿no sabes que no me puedo dormir, si mi vitrocerámica está sin brillo?_ decía Dora apartándose de él_

Una tarde Vicente salió a dar un paseo, solo, como últimamente ... y no volvió a su casa, ni al dia siguente ... ni el siguiente al siguiente. Había recogido todas sus cosas mientras Dora seguía sacando brillo a esa maldita vitrocerámica...

Dora, pasaba el paño a su vitrocerámica, el líquido, la esponja, volvía a pasar la bayeta, por último, el papel de cocina, entonces respiraba hondo, sonreía reflejada en el cristal perfecto, satisfecha, sólo entonces, se iba a dormir.

Al principio, guisaba, pero las cacerolas dejaban un surco dificilísimo de quitar, después freía, pero las manchas de grasa ensuciaban el impoluto cristal, pasados unos dias ya sólo hervía agua para hacerse infusiones... un tiempo después, nada, sólo limpiaba y limpiaba aquella superficie lisa, oscura, brillante, perfecta...

Cuando los vecinos avisaron a la guardia civil, hacía dias que olía raro.

Entraron, tomaron fotos y sus notas pertinentes, esperaron a que la jueza hiciera el levantamiento del cadáver.
"Mujer, aproximadamente 60 años, fallecida por deshidratación e inanición"... Expediente y firma... Había terminado su trabajo.

Señora jueza _dijo el sargento al mando_ tiene usted una pequeña mancha de tinta en la mejilla.
La jueza miró a su alrededor en busca de algo en lo que mirarse ... alli estaba: la vitrocerámica... lisa y limpia como un espejo...miró su rostro reflejado, se limpió con un dedo la mejilla y añadió:
_Aqui no hay nada más que hacer, caso cerrado_

3 comentarios:

  1. Jolin que angustia!!! nos estas trasladando la obsesión por la limpieza!!!! o si profundizamos mas, la obsesión que no nos deja disfrutar de lo que nos rodea.....!!! que gran verdad nos cuentas, y muy bien contada, en ocasiones nos metemos tanto en nuestro mundo, que dejamos de ver, y no nos damos cuenta que la vida pasa, no se detiene.
    Bueno juro limpiar menos afondo y solo lo necesario la vitro jaaaa, felicidades me ha encantado.

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  2. Que pasada, me ha encantado. Te da mucho en que pensar.

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  3. madre mia,creo qyue voy apasar de la aspiradora !jaja,!menos mal que no tengo vitro.
    Un texto precioso.

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